Mi Mundial

Un mal día de 1998, en pleno mes de Junio, mis papás me llevaban al colegio atrasado. Recuerdo que traté de hacer lo que estaba a mi alcance para zafar de clases, pero no pude. Mientras viajábamos en auto rumbo al Liceo Lastarria por avenida Antonio Varas, mi papá oía con desgano, porque nunca le creyó, los comentarios de Eduardo Bonvallet en Radio Zero. A esa hora, “El Bonva” era el único que hablaba de fútbol con sus enviados especiales en Burdeos, Francia.

Yo iba sentado en la parte trasera de ese Toyota Tercel blanco que avanzaba raudo a mi colegio. Calculaba cada luz roja para perpetuar el momento de informaciones que venían de Francia y que hablaban sobre las novedades de la Roja de Nelson Acosta. Bonvallet, que por esos días campeaba en la radiofonía chilena, no le daba nunca el pase a su reportero Cristián Jhon Peñailillo. Yo sufría con tanta broma que no entendía entre ellos. Mi ansiedad aumentaba y las cuadras de distancia que me separaban del colegio cada vez eran menos.

En ese momento, no sé porqué, le comenté a mi mamá que me gustaría alguna vez en la vida disfrutar un Mundial enteramente y dedicarme al fútbol de alguna forma. Quería saber todos sus detalles, informaciones, seguir las alineaciones, comentarios, alcances y todo lo que se habla de la máxima justa del deporte. Hoy, a muy pocas horas del inicio del Mundial 2010 de Sudáfrica parece que cumpliré mi sueño. Podré ver los partidos y sus comentarios con un televisor en mi taller, mientras imagino esa fiesta en el bastidor. Con mis acrílicos y mis manos sucias y en la más absoluta soledad.

Gracias al Mundial. Gracias al fútbol.