Césped

Posted on Jul 22, 2010 in Blog

Puede ser porque ayer me quedé dormido leyendo el hermoso cuento de Benedetti, Césped. Ó, quizás porque hace semanas que no piso ese algodón verde, cancha de esperanzas redondas. A lo mejor, porque tengo ansias de salir pronto desde mi propio estadio. Quién sabe. Ayer, tuve uno de esos sueños lindos en el que se comparte más que el sol al aire libre. Fue tan profunda la sensación de goce, que me estreché en un abrazo cálido hasta con mis enemigos. Celebré con todos. Me reía sin parar como si la sonrisa se escapara de mi boca y llegara a todos los demás. En la tribuna estaba mi familia, en la galería estaban todos juntos brindando. Tan lindo se veía el cielo azul, que hasta los globos corrían al encuentro presurosos, brillantes, libres de verdad. Me sentí tan bien que por esa necesidad culposa de los humanos creí que era el fin y que  ese momento, verdaderamente era un sueño. Claro, creemos que no se puede ser tan feliz como soñamos. Por eso, quizás me desperté. Y si bien no estaba entre algodones verdes, de olor a pasto recién cortado, miré a mi alrededor medio dormido. Busqué otra vez el sueño. Y aunque no estaba, me di cuenta que si está. Que hay un mundo de esperanzas tan frescas y vivas como el césped que describe Benedetti. Que hay un mundo, hay un fútbol y un pasto. Se puede correr, caminar y respirar aire puro. Hay sol y libertad. El sueño está acá y allá.